jueves, 9 de octubre de 2014

Por qué la neurociencia es prioritaria

La concesión del Premio Nobel de Medicina este año a los tres neurocientíficos que han descubierto nuestro GPS interno supone un reconocimiento de muchos años de trabajo dirigidos a la comprensión de los mecanismos de codificación de la información visuoespacial, una cuestión que durante muchos años constituyó un importante reto científico. Pero también nos muestra que, en los países avanzados, la neurociencia se considera prioritaria y de valor estratégico y no solo por su valor traslacional en enfermedades neurodegenerativas o psiquiátricas, sino porque el conocimiento del cerebro tiene un claro impacto en nuestra concepción de las cosas. También demuestra que la comprensión de los procesos cerebrales de manejo de la información, apoyada en trabajos como los que se han premiado, están determinando avances revolucionarios de ciencias como la computación y la robótica.


En las últimas décadas, la investigación del sistema de orientación espacial, este GPS cerebral, ha hecho grandes progresos y sigue siendo un campo extremadamente activo en todos los frentes, pero mucho más está aún por descubrir y cada vez hay más pruebas de que la organización de la información espacial es solamente una pequeña parte de las funciones del hipocampo y la corteza entorrinal, las regiones del cerebro en las que se descubrieron las place cells y las grid cells.
Las investigaciones en este campo, muchas de ellas lideradas por los investigadores a los que hoy se premia, han mostrado que la conjunción de la actividad de estas células permitiría formar un mapa cognitivo en el que un animal es capaz de reconocer cuándo está en un lugar familiar y puede determinar la trayectoria a recorrer para llegar a otros lugares. Una pequeña puntualización: en realidad los trabajos de O’Kefee y los Moser nos permiten “saber dónde estamos“, pero no “adónde queremos ir” sino “cómo llegar a donde queremos ir”.

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